miércoles, 26 de junio de 2013

Casi toda mi vida a tú lado y aún no me es suficiente. ACC~

Y un día la conocí. El primer día de clase. No voy a decir que me acuerdo, porque mentiría, tan sólo tenía dos añitos, camino de tres, hace demasiado tiempo de eso. Pasé seguramente el mejor año de párvulos a su lado, por desgracia tengo muy pocos recuerdos, por no decir ninguno. Debido a ciertas circunstancias nos separamos, pero hace ya unos cuantos años nuestros caminos se juntaron de nuevo, empezamos siendo simples conocidas, poco a poco fuimos cogiendo confianza hasta el punto de llegar a ser gemes-matemáticas en la mesa de un bar haciendo ejercicios de recuperación para una amiga en común. Lo sé, si acabas de leer esto pensarás que ella es una persona genial, que sin tener por qué le hacía los deberes a una amiga para que ella pudiese aprobar, además de ser lista es la mejor persona que puedes encontrar. Bueno, prosigamos. Luego de eso, comenzamos a hacer tonterías juntas. Un día, el día de las cenas de fin de curso del año 2012  nos encontramos, pasamos la noche juntas, todos se estaban divirtiendo en las discotecas, emborrachándose, bailando, etc. Nosotras fuimos a un bar, compramos una coca-cola entre las dos, encontramos un céntimo y nos casamos. Además de eso, esa noche empezó una de nuestras tradiciones, comprar flores una a la otra en cada fiesta en la que salgamos juntas, hicimos payasadas que sólo nosotras dos entendemos "aquí zi hai ezpazo". El verano, gracias a que alguien dejó a esa maravillosa persona tirada un día, nos fuimos acercando más y más. A día de hoy es mi mejor amiga, y... ¿sabéis por qué lo es? No tiene nada que ver con que llevemos 13 años conociéndonos, o con que sea la niñita que me da consejos día sí y día también. No es porque me hace sentir la persona más afortunada de este mundo, no es porque me saque sonrisas de esas de las de verdad a todas horas, no es porque siempre pone la cara por mí cuándo hace falta. Tampoco es porque asusta a los niñatos que me quieren hacer daño, ni por el simple hecho de defenderme con uñas y dientes. Quizás penséis que es porque todos tenemos que tener una mejor amiga y como ella es la persona más buena, sincera, divertida, cariñosa, extrovertida, loca, vacilona, con la sonrisa más bonita del mundo, rubia, adorable, de fiar, amable, que antepone todo a su felicidad, trabajadora, decidida, luchadora, paciente, capaz de ponerse en el lugar del otro, honesta, etc del mundo. Sí, esa sería una buena razón, decir que es mi mejor amiga por todo eso, pero la verdad, ella se hizo mi mejor amiga por pequeñas muestras de su cariño. Todos mis amigos son los mejores, todos me ayudan siempre, pero ella fue la única que estuvo ahí, conmigo, físicamente, el día que más necesitaba el cariño de mis seres queridos. Fue la que me vio llorar como nadie lo había hecho nunca, la que a pesar de que la apartase me abrazaba y me secaba las lágrimas. A la que le dio igual todo, con tal de estar conmigo ese día. Fue la que me dijo que por mí, si yo quisiera se cambiaría, sin pensárselo ni dos veces. La que se aventuró a ir a una fiesta de la cuál ninguna de las dos teníamos ni idea sólo por verme feliz. La que se quedó allí a pesar de aburrirse como una ostra. La que vino a mi casa y me esperó. Por la que hice un tramo ida-vuelta en menos de 25 minutos con pausas intermedias a las tres de la mañana, cuándo normalmente sólo la ida nos lleva media hora... Jajaja. A la que le dejé experimentar con mi pelo. La que sabe todos y cada uno de mis secretos y a pesar de eso no me juzga. La que pasó las tardes de CUALE haciendo tonterías conmigo. Esos pequeños detalles, que para muchas personas serían insignificantes o pasarían desapercibidos, para mí, son los más importantes. Los que me hicieron comprender que ella en verdad es una amiga, pero no una amiga cualquiera, sino mi mejor amiga.







Sabes que te quiero más que a mi propia vida, ¿verdad?